Esperanza
Era una noche calurosa, las sabanas de seda se pegaba a su piel mientras las ventanas vaporadas sudaban,
retiro de su cuerpo las sabanas impregnadas de ese perfume suyo tan dulce y a la vez tan irritante,
mientras caían al suelo dejaban al descubierto la pequeña pijama que traía puesta,
y las lagrimas que se fundían con la humedad de su piel
su almohada estaba teñida de dolor, como sangre su maquillaje estampado en la tela,
sus lágrimas negras arrastrando el rimel que en el día la decoró
sus labios destellaban aun los visos rojos del pintalabios carmesí
el piso de madera chilló al son de sus lamentos, hasta parecían fundirse al unisonó,
mientras caminaba directo a la ventana abarrotada de su habitación
sus pensamientos se escuchaban en su cabeza con la fuerza de un rayo
Solo podía esperar la madrugada, el frio del roció rozando su mano
la primavera que terminaba y ella tan sola en su cuarto
horas y horas se sentaba a componer las más bellas canciones de melancolía
mientras su alma se perdía en la tinta y el papel.
El fuego se su cabellos se extinguía con cada melodía, su violín pudriéndose en un rincón de esa vieja habitación
su miedo al anochecer en un paraje tan grande, y el eco fortuito de sus murmullos,
se retorcía de dolor y angustia, el aire denso, cálido, calcinaba sus pulmones,
sus ganas de vivir
Amanecía, la luz comenzó a colarse por pequeños huecos en su ventana las hojas secas volaban
las velas se apagaron con el viento que se filtro, mientras la cera caía en un tocador de madera,
y el humo tocaba el techo, desecho por los años.
Estaba inconsciente, perdida en la inmensidad, abrumada por la belleza inalcanzable,
ahora el aire olía a fresco, nuevo, como cuando la nieve cae en el invierno,
el reloj corría lento mientras ella caía suavemente contra la pared,
y en su rostro no había mas que las huellas secas del correr de sus lamentos.
Un suspiro se escapo de sus labios secos un tanto maltratados
sin fuerzas la última lágrima recorrió su mejilla mientras sus ojos se cerraban,
estaba muriendo, estaba agonizando, sola como su vida, como su alma,
y mientras el viento empujaba las sabanas caídas en el suelo de la habitación,
al otro extremo, ella solo esperaba...